La crostata es una preparación clásica de la cocina italiana que sin embargo es aún poco conocida fuera de sus fronteras. Aunque admite distintos rellenos y acabados, lo que sí tiene siempre es una base de masa quebrada –pasta frolla en italiano-, a menudo con algo de impulsor químico y a veces enriquecida con huevo. La masa de hoy es fácil de ensamblar y como todas las bases con mucha mantequilla es importante que pase por la nevera: después de haber sido mezclada, para que tome cuerpo y se pueda estirar, y una vez puesta en la base para que tenga mejor estructura en el horno.
El relleno de esta crostata se inspira en la pastiera napolitana, típica de Semana Santa, que además de ricota, azúcar y agua de azahar, lleva granos de trigo cocido. Para que esta receta sea fácil de realizar en cualquier horno español he sustituido la ricota por queso fresco: en mi caso he utilizado mitad de vaca y mitad de cabra, que le da un toque curioso y rico. Este queso también tiene un punto salado con un resultado final menos dulzón muy interesante. Por supuesto, si encuentras ricota fresca puedes usarla (solo faltar
La ralladura de naranja, presente tanto en la base como en el relleno, aporta ese toque fresco indispensable para que después del primer trozo te apetezca comerte otro. El agua de azahar no es indispensable, pero si la tienes le queda fenomenal, y es una forma de dar salida a la que compraste para el roscón de Reyes.
Instrucciones
- En un robot poner todos los ingredientes excepto el huevo -harina, maicena, azúcar glas, impulsor químico, sal, ralladura de naranja- y triturar rápidamente hasta conseguir una textura arenosa.
- Pasar la masa a un bol, añadir el huevo batido y amasar con las manos hasta conseguir que la masa esté junta. No es una masa elástica, más bien se parece a plastilina.
- Formar una bola con la masa, aplanarla un poco, filmarla con película transparente y dejar reposar en la nevera al menos una hora.
- Mezclar todos los ingredientes en un bol. Se puede hacer con paciencia y un tenedor o, más rápidamente, con unas varillas eléctricas. Dejar reposar en la nevera hasta el momento de montar la tarta. Calentar el horno a 180ºC.
- Estirar la masa con la ayuda de un rodillo y con un poco de harina para que no se pegue a la encimera. Cuanto más fina se estire, mejor: medio centímetro sería fantástico.
- Poner la masa en un molde redondo de 24 centímetros de diámetro. Recortar lo que sobra de los bordes y presionarlo o pincharlo con los dedos para darle forma. Si es posible reservar la base en la nevera unos 30 minutos, ideal para que luego en cocción mantenga mejor su forma.
- Sacar la base de la nevera, poner una hoja de papel sulfurizado encima y verter algo seco y pesado -lo ideal son unos garbanzos secos- para el prehorneado.
- Hornear la base de la crostata a 180ºC unos 10-15 minutos.
- Sacar del horno, rellenar con la crema de queso y naranja y volver a hornear unos 25-30 minutos, vigilando sobre todo los últimos 10 minutos que ni la masa ni el relleno se quemen.
- Sacar del horno y dejar enfriar encima de una rejilla. La crostata estará lista para comer una vez fría.